Pensament Cibernètic

La cibernètica és un neologisme derivat del grec 'kibernetes' (timoner, guia). Terme creat per Norbert Wiener el 1947 per designar els sistemes que s'autorregulen, tant en l'àmbit artificial, com en l'àmbit natural o social.

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divendres, 12 d’agost del 2011

Revuelta y Resignación

Jean Améry
Pero la angustia, este estado de ánimo sordo que no me hace temblar jamás y que, sin embargo, es extraordinariamente insistente, está en mí y lentamente se convierte en parte de mi persona, tanto que en el fondo ya no puedo decir que estoy angustiado, sino que soy angustia, por mucho que ese ser angustia no me impida hacer mi trabajo, por mucho que los otros no estén al corriente de su existencia y mi habitual buen humor no resulte disminuido. Tengo la sospecha de que los otros individuos que envejecen, que quizás organizan alegres almuerzos campestres, van al teatro, se hacen confeccionar vestidos a la moda no están mucho mejor. En cuanto a mí, al hombre no especialmente heroico, aunque ni mucho menos pusilánime, que participó en las largas marchas de la muerte de aquella época, al menos sé que cuanto más me abandonan las esperanzas de vivir, tanto más me convierto en angustia de muerte. [...] A menudo pienso en las carreteras nevadas de 1944 y en la buena muerte por homicidio que de mí no quiso saber nada. En verdad, no existe muerte más dulce, aunque la ocasión no se ofrece a todo el mundo (Jean Améry, 2001, p.133).

Más allá de la culpa y la expiación

Jean Améry
La amenaza de muerte que sentí por primera vez con toda claridad al leer las leyes de Nüremberg implicaba también aquello que habitualmente se denomina la 'degradación' metódica de los judíos por los nazis. Formulado con otras palabras: la privación de dignidad expresaba la amenaza de asesinato. Pudimos leerlo y oírlo diaramiente durante años: éramos vagos, malvados, odiosos, capaces tan sólo de perpretar delitos, astutos sólo para engañar al prójimo. Éramos incapaces de fundar un Estado, pero tampoco estábamos dispuestos a integrarnos en los pueblos de acogida. Con su sola presencia, nuestros cuerpos peludos, grasientos y zanquituertos contaminaban los baños públicos, incluso los bancos de los parques. Nuestros rostros abominables, de aspecto depravado y corrupto debido a sus orejas gachas y sus narices aguileñas asqueaban al prójimo y al conciudadano de ayer. No éramos seres dignos de amor y por ello tampoco dignos de vivir. Nuestro único derecho, nuestro único deber era eliminarnos a nosotros mismos (Jean Améry, 2001, págs. 172-173).

dimecres, 10 d’agost del 2011

Levantar la mano sobre uno mismo

Jean Améry
Recuerdo perfectamente cómo desperté de lo que había sido, tal como me explicaron luego, un coma de trenta horas. Encadenado, atravesado por tubos, en mis dos muñecas aparatos dolorosos acoplados a mí con el fin de alimentarme artificialmente. Expuesto, abandonado a un par de enfermeras que iban y venían, me lavaban, limpiaban mi cama, me ponían el termómetro en la boca, y todo con indiferencia, como si yo ya fuera una cosa, 'une chose'. La tierra aún no me tenía: el mundo me volvía a tener, y yo tenía un mundo sobre el que me tenía que pro-yectar para volver a ser totalmente mundo. Me invadió una profunda amargura frente a todos los bienintencionados que me habían sometido a semejante ignominia. Me volví agresivo. Odié. Y supe mejor aún que antes, yo, que había tenido trato íntimo con la muerte y su variante especial, la muerte voluntaria, supe que me inclinaba hacia la muerte, y que la salvación de la que se enorgullecía el médico se contaba entre las peores cosas que se me habían infringido nunca, lo que no era poco. Ya basta. Mediante una experiencia privada conseguiré convencer tan poco como mediante mi discurso alrededor de la muerte. Por otra parte, quiero dar testimonio más que convencer (Jean Améry, 1999, págs. 84-85).