Jean Améry |
La amenaza de muerte que sentí por primera vez con toda claridad al leer las leyes de Nüremberg implicaba también aquello que habitualmente se denomina la 'degradación' metódica de los judíos por los nazis. Formulado con otras palabras: la privación de dignidad expresaba la amenaza de asesinato. Pudimos leerlo y oírlo diaramiente durante años: éramos vagos, malvados, odiosos, capaces tan sólo de perpretar delitos, astutos sólo para engañar al prójimo. Éramos incapaces de fundar un Estado, pero tampoco estábamos dispuestos a integrarnos en los pueblos de acogida. Con su sola presencia, nuestros cuerpos peludos, grasientos y zanquituertos contaminaban los baños públicos, incluso los bancos de los parques. Nuestros rostros abominables, de aspecto depravado y corrupto debido a sus orejas gachas y sus narices aguileñas asqueaban al prójimo y al conciudadano de ayer. No éramos seres dignos de amor y por ello tampoco dignos de vivir. Nuestro único derecho, nuestro único deber era eliminarnos a nosotros mismos (Jean Améry, 2001, págs. 172-173).
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