Ghetto de Tarnow |
El siete de febrero de 1941 fui nombrado subdirector del campo de concentración de Tarnowitz.El ejercicio de ese cargo no me fue grato; pero no pequé nunca de negligencia. El cobarde se prueba entre las espadas; el misericordioso, el piadoso, busca el examen de las cárceles y del dolor ajeno. El nazismo, intrínsicamente, es un hecho moral, un despojarse del viejo hombre, que está viciado, para vestir el nuevo. En la batalla esa mutación es común, entre el clamor de los capitanes y el vocerío; no así en un torpe calabozo, donde nos tienta con antiguas ternuras la insidiosa piedad. No en vano escribo esa palabra; la piedad por el hombre superior es el último pecado de Zarathustra. Casi lo cometí (lo confieso) cuando nos remitieron de Breslau al insigne poeta David Jerusalem (Jorge Luis Borges, El Aleph, 2008, pág. 98).
En la última guerra nadie pudo anhelar más que yo que fuera derrotada Alemania; nadie pudo sentir más que yo lo trágico del destino alemán; Deutsches Requiem quiere entender ese destino, que no supieron llorar, ni siquiera sospechar, nuestros 'germanófilos', que nada saben de Alemania (J. L. B., Buenos Aires, 3 de mayo de 1949).
Tarnowitz és una invenció de Borges, però sí que va existir el Ghetto de Tarnow.
Susagna, te estás superando!!!
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